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No es la primera vez que las instituciones advierten que la maternidad tiene un impacto negativo en el empleo femenino. Según informa el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su publicación Mujeres y Hombres en España, actualizado en 2023: “Las tasas de empleo de las mujeres (25 a 49 años) con hijos menores de 12 años son menores a las tasas de empleo de las mujeres de la misma edad sin hijos”. Lo contrario que sucede con ellos, cuyas tasas de empleo son superiores a las de los hombres de la misma edad sin hijos. La crianza no influye para nada en la carrera profesional masculina, sí lo hace en cambio en la nuestra, que sentimos la presión social de tener que demostrar que podemos con todo, para no ser expulsadas del mercado laboral o, mucho peor, del corazón de los menores que están a nuestro cargo.
¿Se puede ser ‘buena’ madre y, a la vez, una gran trabajadora? La respuesta a la pregunta del siglo es (o debería ser) afirmativa, por el bien de la familia (¡ojo!, cualquier tipo de familia: biparental, monoparental, compuesta…) y el de nuestra independencia monetaria. El problema es que para conseguirlo, solemos sobrecargarnos de tareas y responsabilidades que desequilibran nuestra salud mental.
“La crianza conlleva un esfuerzo físico, emocional y logístico enorme y gran parte de la responsabilidad acaba recayendo, sobre todo, en las mujeres. Esta carga de responsabilidades agota y genera mucho estrés. Es como tener en la cabeza una check-list constante”, asegura Yolanda Ferrero, experta en coaching educativo y familiar.
Una ola de tareas infinitas que nos toca surfear: dejar a los niños en el colegio de camino al trabajo, pedir cita con el pediatra, ir al supermercado a por leche, comprar un disfraz a última hora para la función de fin de curso, llegar a casa y poner una lavadora, preparar la presentación para los clientes del día siguiente… “Para vivir al límite solo se necesitan tres cosas: ser mujer, trabajar fuera de casa y tener hijos”, ironiza la coach.
El Club de Malasmadres ya alertó el año pasado en su informe El coste de la conciliación que el 73% de las mujeres declaraba sentirse agotada prácticamente a diario por la carga mental de las tareas doméstico-familiares. En el caso de aquellas que participan del trabajo productivo, la carga suele ser doble, pues a los cuidados 24/7 hay que sumarle la jornada laboral(remunerada), sea esta completa o a tiempo parcial.
5 TIPS PARA GESTIONAR EL ESTRÉS Y DISFRUTAR DE LA MATERNIDAD
El coste mental y emocional para las mujeres trabajadoras es muy alto, por ello es importante aprender a gestionar el estrés y disfrutar de la maternidad.¿Cómo hacerlo? “Aceptar que la maternidad tiene días buenos y días maloses un buen punto de partida para dejar de lado el estrés y disfrutar de esta experiencia única, agotadora y maravillosa”, recomienda Yolanda Ferrero, quien nos da estos cinco consejos para conseguirlo:
1. Escucha tu cuerpo, observa tus emociones y haz los cambios que necesites para sentirte mejor
Tu cuerpo habla. Se comunica contigo a través de señales: dolores, apatía, irritabilidad, falta de paciencia, insomnio, nerviosismo, ansiedad, cansancio, sentimiento de culpa… Si notas alguno de estos síntomas, tienes dos opciones: seguir lamentándote y dejarlo pasar o actuar y hacer las cosas de otra manera. Para, respira, sincérate contigo misma y piensa: ¿Me siento superada? ¿Qué puedo hacer de forma diferente? ¿Qué necesito hacer o dejar de hacer para vivir con más calma?
2. Organízate mejor
Planifica el día. Utiliza un calendario o una agenda para programar tus tareas diarias. Proponte objetivos alcanzables y realistas que puedas cumplir. Así evitarás la frustración de no lograrlos. Haz una sola cosa cada vez, y después la siguiente. Que no te ‘vendan la moto’ de la multitarea (no funciona y genera mucho estrés). Establece prioridades y diferencia lo urgente de lo que puede esperar. Quizá puedas pensar y preparar el menú semanal con antelación; sobre todo las cenas, que al final del día llegamos agotadas y esto genera mucha pereza. No te olvides de agendar un ratito de descanso para ti.
3. Huye del mito de la madre perfecta
Te estás exigiendo a unos niveles desorbitados. Y te diré algo, no necesitas ser una superwoman. ¿Sabes por qué? Porque en realidad ya lo eres. Te estás dejando la piel por llegar a todo en el día a día y eso ya dice mucho de ti. Eres la CEO de tu hogar y tienes que empezar a valorar cada uno de los malabares que haces para conseguir la felicidad de los tuyos. Es momento de abandonar la autoexigencia. Aunque te permite avanzar, mejorar y convertirte en una mejor persona, también puede ser mala, porque en exceso genera frustración y culpa.
Tus hijos no te necesitan perfecta, te necesitan feliz. Así que, aprende a pedir ayuda, a delegar en otros y así poder encontrar tiempo para ti misma. De esta manera recargarás tu energía, mejorarás tu estado emocional y disfrutarás del tiempo que pases en familia. Recuerda: una buena madre tiene los cristales sucios y los niños felices.
4. Cuida de ti
Mantén una alimentación saludable. Una dieta equilibrada tiene un impacto positivo en el bienestar físico y emocional. Duerme entre siete y nueve horas. El sueño es clave, porque es un factor reparador que pone a punto tu cuerpo. Haz ejercicio, muévete, camina, sal a la naturaleza. La actividad física libera las endorfinas que te hacen sentir bien y otros químicos naturales que aumentan la sensación de bienestar. Conecta con otras personas: busca apoyo de tu familia y amigos y trata de establecer conexiones sociales. Dedícate tiempo a ti misma. Realiza actividades agradables, que te ayuden a despejar la mente de la rutina y de las tareas cotidianas.
5. Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas
Sacúdete la culpa, renuncia al control y la exigencia, delega y aprende a cuidarte. Fluye y relájate. Elimina la queja constante. Cultiva el agradecimiento y la autocompasión. Resérvate tiempo para hacer las cosas con las que disfrutas: un café a solas antes de que los niños se despierten, ver una serie, sentarte un rato al sol, leer, quedar con una amiga, hacer yoga… Hazlo por ti y, sobre todo, hazlo por generosidad hacia tus hijos. Si tú no estás bien, tus hijos tampoco lo estarán.